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Tuesday, August 31, 2010

The Speech President Obama Should Give About the Iraq War (But Won’t)

I'm completely pro-Obama, you know it, I despise the coach revolutionaries and the jerks that demand for the US to solve their problems, but what follows is an interesting reading nonetheless

http://www.commondreams.org/view/2010/08/31-5

“If the United Nations once admits that international dispute can be settled by using force, then we will have destroyed the very foundation of the organization, and our best hope of establishing a real world order. That would be a disaster for us all . . .

In March of 2003, it was the United States government itself that contravened the charter of the United Nations, aggressively invading a country that had not attacked it and against the will of the UN Security Council. The war was preceded by a summit in the Azores of the US, Britain, Spain and Portugal, for all the world as though it were the sixteenth century and a confusion between empire and piracy still prevailed.

We shall inscribe in our hearts and exemplify in our lives these words of his:

“If the United Nations once admits that international dispute can be settled by using force, then we will have destroyed the very foundation of the organization, and our best hope of establishing a real world order. That would be a disaster for us all . . .

Wednesday, January 21, 2009

¿Funciona el soft power? U.S.A. y Japón


Soft power (poder blando en una traducción simplona) es una expresión utilizada en relaciones internacionales para describir la capacidad de un ente político , como un país, para influenciar indirectamente el comportamiento, metas o intereses de otras entidades por medios culturales o ideológicos


Yo creía que cuando era un chaval, el anime y el manga ya eran populares, pero en realidad en aquel entonces por aca eran caricaturas, con personajes con grandes ojos y nada más.

Al parecer en las últimas dos decadas, el manga y el anime se han hecho muy populares en Estados Unidos, donde sufren cierta censura y en muchos otros territorios, como el notable caso de Francia, además de que obviamente han penetrado en Asia.

Bueno, pues, el gobierno japonés al darse cuenta de que esas producciones tenían semejante influencia, comenzó a pensar que tenía un cierto capital, que aunado a su constitución pacifista podría ayudarle a tener una voz en el mundo, una cierta estatura moral.

En un par de articulos que lo debaten

"Debating "Soft Power" in Japan's Security Policy: Implications for Alliance with the United States"

"Contesting soft power: Japanese popular culture in East and Southeast Asia"


En Observing Japan, el resumen de 2008 y la situación de Japón es poco menos que halagüeña

Japón todavía no entiende como actuar como un líder en la región y en el mundo en las próximas décadas mientras va cediendo su posición a China (Si China logra sortear la crisis sin gran descontento al interior). Su economía en picada, su gente insegura, sus fuerzas armadas limitadas por la ley, por presupuestos, y por sus ideales, es difícil entender en base a que es que Japón desea un papel de liderazgo regional. El primer ministro Aso ha intentado hace ver que el soft power japones es una base para el liderazgo japonés, pero Sao san y otros defensores del softpower aún no explicado como es que la popularidad del maga, el anime y otras expresiones culturales japonesas se traducirían en afinidad política con Japón posibilitando al gobierno nipón lograr sus metas.

Parece ser que aunque Japón si se ha convertido en un líder cultural en su región, su pasado belicoso, su difíciles relaciones de vecindad, su pacifismo unilateral, su complejo balance con los Estados Unidos y su situación de apego a políticas de país en vías de desarrollo no le están ayudando, y poco o nada puede hacer con todo y la admiración, fascinación y sorpresa que provoca en millones de personas en todo el orbe.

Ahora veamos el caso de Los Estados Unidos, bueno, seguimos en la "obamitis", todo el mundo, salvo algunos racistas, apoyados en profecías pendejas o racismos pendejos esperan que a Obama le vaya bien, aunque no simpaticen con sus ideas, ¿por qué?, pues es obvio, Estados Unidos es el mayor mercado del mundo, de que su economía funcione, depende muchas otras, como la de México, que es un país parasito, que luego se hace la víctima.



Pero hay un Estados Unidos antes de Obama, y habrá un Estados Unidos después de Obama. (si Paola, un presidente negro no marca el principio del fin)

Los Estados Unidos han sido la nación más odiada, más amada, mas apreciada, más respetada, más repudiada y más observada del mundo.

Ninguna otra nación ha tenido semejante capacidad de liderar como los Estados Unidos después de la segunda Guerra mundial, pero justo en el final de esa guerra comenzó una división en el mundo, una guerra fría cuyas primeras víctimas fueron unos japoneses que con el paso de los años fueron rescatados, reconstruidos y convertidos en alguno de los mejores aliados de los Estados Unidos.

Esa guerra fría, las agencias de inteligencia, la intervención en los asuntos de otros estados, su hipocresía al interior con casos como el de Rodney King, su tendencia al dispendio, dinamitaron muy rápido ese potencial, parece que el poder de influenciar a la gente es efímero, Estados Unidos se topo con una pared en Vietnam, la antigua U.R.S.S. se la topo mucho antes y termino de confirmarlo en su fallida invasión a Afganistán.

Los Estados Unidos se encontraron con una guerra contra el islam, que tuvo su punto más dramático en aquel fatídico día de 2001, ese día, el mundo le concedió la razón de buscar su venganza, pero ¿quién era el culpable?, es como pelear con el agua, invadieron Afganistan (y siguen ahí), después, cegados por el poder, por la ambición, con un plan de sacar petroleo de Irak, les invadieron y afortunadamente las cosas no salieron tan bien, porque si no, seguramente, el alcohólico que habla con dios hubiera invadido Irán, y eso, afortunadamente, nunca sabremos como hubiera terminado. Hace casi seis años que las alarmas sonaron en Bagdad y esa guerra nos ha demostrado muchas cosas, una, la más preocupante, que los Estados Unidos han perdido la capacidad de "hacer grandes obras", el escándalo con Blackwater, las instalaciones deficientes, las armaduras de dudosa calidad, la otra, es que Bush era la marioneta de gente que sólo piensa en petroleo, los Estados Unidos se volvieron la nación más odiada de la tierra, la distancia con Europa, en especial con la enferma de protagonismo Francia se hizo enorme, hasta las "French fries" cambiaron de nombre por la negativa a apoyar su guerra basada en mentiras, Bush además con sus malas decisiones, su convicción de que los que Dios le decía era lo correcto, su fé en que el mercado se regularía, los crímenes de Madoff, lo felices que eran los chinos de comprar deuda de Estados Unidos, deja a us nación, y con ello al mundo en la crisis, que si bien no es culpa suya, podría no haber ocurrido si no hubiera puesto sus ojos en el petroleo ¿qué le puedes pedir a un vaquero texano? , Bush, era la representación de una de las peores caras de Estados Unidos, la del sureño republicano, racista e ignorante, Barak Obama por otro lado, es una mezcla, su familia es multietnica, sus raíces diversas, tan así que hubo quienes querían impedirle participar en la elección pues ponían en duda que fuera estadounidense, por haber asistido a la escuela en Malasia, ayer, ahí estuvieron su abuela política, los primos de la primera dama que venían desde Carolina del sur, lugar donde el abuelo de ésta nació en la esclavitud, su medio hermana malayo-americana, con su esposo el chino-canadiense, la primera familia de Estados Unidos por fin es un reflejo de su estatus de nación migrante y plural, si bien Obama es de piel negra, él no es un negro de ghetto y su victoria tiene mucho que ver con millones de norteamericanos que querían urgentemente demostrar que habían dejado el pasado racista, el pecado original de los Estados Unidos bien atras.

Obama, es una celebridad en muchos sitios, en Japón donde fonéticamente tiene una ciudad que se llama igual y se ven escenas como ésta

En Europa, donde reunió miles de personas en un tour de lo más criticado, en América Latina, donde siempre existe una tendencia a desear que el candidato demócrata gane.

Su rostro, su pasado, su estudiado modo de hablar, hasta su delgada figura que decían no permitirla que los estadounidenses se identificaran con él, son elementos que le permiten a los Estadounidenses recuperar su estatura global, pero que pueden meter todavía más presión a éste presidente si no da dos golpes mediáticos en los primeros días y semanas, Guantanamo es uno, cerrar ese símbolo de lo oscuro que puede llegar a ser USA, la relación con Venezuela, con Cuba, con la beligerante Rusia, con Corea del Norte son también importantes.

Cuando Hillary quería descalificar a su rival, muy temprano en la carrera por la nominación democráta, diciendo que ella tenía experiencia (ya sabemos cual), Obama dijo

“Si yo soy el rostro visible del poder estadounidense y de su política exterior,mientras también manejemos las crisis, resolvamos las emergencias y tomemos las decisiones estratégicas prudentes en una manera sobria e inteligente. . . .”

"Yo creo... que si le dices a la gente, que el presidente que está en la casa Blanca tiene una abuela que vive en una choza en la orilla del lago Victoria y tiene una hermana que es mitad Indonesia, quien está casada con un hombre Chino-canadiense, ellos pensaran que él, puede hacerse una mejor idea de lo que pasa en nuestras vidas y en nuestro país, y tendrán razón"

Ahora, Obama, tiene una labor hercúlea, una expectativas irreales, el viento en contra, la animadversión de muchos dentro de su propio país, mucho que hacer, sólo dos años antes de las elecciones intermedias, y mucho que demostrar.

Hoy comienza la cuenta atrás para cerrar Guantanamo, para sacar las tropas de Irak y mantenerse siempre vigilantes a las acciones de las facciones que no son países como Al-Quaeda.

El hombre que popularizo el termino Softpower Joseph S. Nye Jr. ha dicho :

    Los lideres deben tomar decisiones cruciales acerca del tipo de poder que usan:
Al escoger entre las tres opciones:

  • Puedes obligarlos mediante amenazas.
  • Puedes empujarlos con pagos.
  • O puedes atraerlos.
Si por poder entendemos el lograr que otros actúen de modo que nosotros cumplamos nuestros objetivos.

El tercer poder, es el soft power, que esperemos que en ésta nueva era, de familia multiracial en la casa blanca, si tenga efecto.

Estamos observando.

Thursday, December 18, 2008

Zapatos sobre el infiel

El domingo pasado nos encontramos con la noticia de que un periodista iraquí había perdido la paciencia (como el resto del mundo) con Bush y le había arrojado un par de zapatos, de no ser porque no tenía más y más grandes, porque también se los arroja.

Como la red es un campo fecundo de creadores dispuestos a aprovechar la ocasión, no tardaron en aparecer las muestras de ingenio.
z[apatos y Bush


bush infidel
Con lo que yo me quedo es la reación de Bush, a sus 62 años esquivo el zapato en dos ocasiones, no sé si yo hab´ria podido hacerlo, no sé si se deba a que se sabe un lider tan, pero tan odiado

zapateando al infiel


picture of a pumpkin

Friday, November 7, 2008

¿Y ahora qué sigue?

Ha sido una semana histórica, muy cargada de más señales de un claro pesimismo para México, pero paradójicamente, las esperanzas de un futuro mejor se han dejado sentir por todo el mundo, todos queremos que Obama sea “de verdad”, que cumpla lo prometido, que no defraude a los estadounidenses, que recupere está década perdida, que ese farol que deben representar los Estados Unidos de verdad se encienda de nueva cuenta, éstos ochos años de Bush han sido malos para el mundo, malos para Afganistán, para Irak, que éste país no tenía ni vela en el entierro, pero el hijo quiso hacer lo que su papá no había podido, sigo sin entender como es que fue reelecto en 2004 y todos supimos que los próximos cuatro años serían la secuela de una terrible pesadilla, la imagen de los Estados Unidos y su presidente que habla con Dios se deterioraron enormemente, si antes habían lanzado ataques preventivos, ahora la amenaza era en serio, esas guerras a las que se lanzaron se hicieron más y más largas y terminaron siendo impagables, mientras que las pruebas del SAT cada día indicaban un futuro menos prometedor para los Estadounidenses, y de hecho, la propuesta de Obama de que cada estudiante norteamericano debería pasar al menos un año en el extranjero habla de una sensibilidad diferente, el hombre que es tan diferente a su gobernado promedio parece entender que todos necesitamos de todos, como lo dijo, aunque nuestro presente es individual, nuestro futuro es colectivo.

Ahora es cuando bloggers y observadores externos como yo nos desentendemos un poco de éste histórico proceso electoral en los Estados Unidos y prestamos menos atención al hecho de que en su equipo de transición hay mucha gente de la época de Clinton y de las grandes esperanzas que están depositadas en éste hombre.

Como resumen
En los últimos 50 años ha habido un cambio real, si bien lento, en las actitudes de raza, ningún americano vivo hoy ha tenido esclavos de raza negra, y ninguno de los americanos vivos hoy ha sido esclavo, la diferencia en la escuela, en la población de los presidios, donde más de la mitad de los prisioneros son de raza negra, habla muy fuerte, el racismo no ha quedado atrás, pero, lo que ésta elección demostró es que muchos votantes blancos querían una evidencia, un certificado de que no son racistas, y poner a Obama en la oficina oval es uno muy grande, tal vez, podamos dejar atrás esa idea de “todos los blancos son racistas” y “los negros son criminales”, el mundo necesita que así sea, los retos que tenemos adelante no están como para seguir deteniéndonos por pendejadas de “Mi dios es mejor que tu dios” o “tu raza sólo sirve para el deporte”, pero el racismo está lejos de terminar, cuando en otros países donde la población negra sigue siendo oprimida, como Basil y Francia, veamos algo semejante, un presidente de minorías y se pueda hablar francamente de raza, sin querer cambiar de tema de inmediato, entonces, estaremos en el buen camino, porque lo que acaba de pasar en los Estados Unidos admite varias lecturas, Obama, hizo a un lado su raza, pero sus votantes blancos que lo ensalzaron por eso, votaron justamente por la raza, por esa certificación de que ellos no eran racistas, fue hasta entonces que los votantes negros comenzaron a tomar en serio a Obama, pues si la población de raza negra en estados Unidos apenas supera el 10% y muchos de ellos están en prisión, hubiera sido imposible pensar que sólo el voto negro hubiera llevado a Obama a la Casa Blanca y peca de ignorante el que diga que en Estados Unidos hay “muchos negros”
¿Qué sigue?
No lo sé, tal vez nadie lo sabe, lo que si sé es que los Estados Unidos acaban de recibir un voto de confianza de parte del mundo, tal vez los tíos de Israel no están de acuerdo con el diálogo con Irán, pero francamente Estados unidos no puede y no debe estar amagando a todos los estados que no se “alinean”
Amenazas, retos hay muchos :
El calentamiento global.
La hambruna.
Las nuevas regiones donde enfermedades erradicadas hace años actúan ahora.
El creciente poderío de la afinada maquinaría de China.
La beligerante Rusia después de Putin.

Pero, con todo y mis dudas sobre el carácter de Obama, sobre ¿Qué tanto podrá éste evento histórico ayudar a la nación más poderosa del mundo a redimirse de su pecado original y con ello ser de nueva cuenta un ejemplo para el mundo?, sobre ¿qué actitudes guardaran los resentidos por su victoria durante los próximos cuatro (u ocho) años?

Pero podemos celebrar la llegada a de un pacifista declarado a la presidencia de E.U.A. y esperar que las cosas pueden cambiar.

Wednesday, November 5, 2008

Vientos de cambio

Para nadie deja de ser una sorpresa lo que ha ocurrido en éstos últimos meses, desde aquel frío día de Febrero en que un joven senador democrata que el mundo conocio en la convención democratica de 2004 anuncio su candidatura a la presidencia de los Estados Unidos, en aquel entonces todo mundo "sabía" que la senadora Clinton iba a ser la nominada por el partido democrata, todo un hito, la primera mujer en competir (y con verdaderas posibilidades) por la presidencia de la nación más poderosa del mundo, y también "sabían" que el efecto Bradley se apodera de los votantes blancos a la hora de elegir a sus represenantes, por lo que era un "hecho" que un candidato de raza negra no podría ganar una elección presidencial, si apenas dos gobernadores de descendecia african han sido electos en la nación donde el KKK todavía quiere existir, además, los Clinton son amados por los hispanos, que tampoco votarían por un negro y después de todo hay quiene dicen que William Clinton fue el primer presidente negro de aquella nación.
Además Obama estaba concentrado sus fuerzas en los nerds que se pasan días en el Internet, ¿qué podría hacer? , seguramente para principios de 2008 ya se habría retirado endeudado y avergonzado.
Eso era lo que la mayoría de los "expertos" (pundits) suponía, los reflectores estaban en Hillary, todo el tiempo en Hillary e incluso en Gulliani por el lado de los republicanos, donde las cosas parecían menos claras, el principal problema de los republicanos era desligarse del impopular presidente Bush, razón por la que al texano no le invitaron a los debates internos, ni a ningún evento ni por error.
Pero el sistema democrata es más justo, reparte a los delegados de manera proporcional, aún si Obama no ganaba en cada estado seguiría sumando delegados que le acercarían a asegurar una nominación historica, pero Clinton no cejaba, la diferencia era el dinero, Obama y su "pobre" base de geeks, nerds y estudiantes que nunca antes habían votado estaba consiguiendo rebasar el gasto de Hillary Clinton, mientras se seguía negando a aceptar financiamiento público, ese fue el primer mito derrumbado de ésta campaña, el Internet es más relevante, útil e importante de lo que se quiere aceptar por quienes aún no lo integran a su vida diaria, como ocurrió con John McCain, denostando a los netizens y sin idea de cuan importante era mantener la "net neutrality", mientras Obama la apoyaba, de un solo golpe Obama ya se tenía el voto geek y el de todos los que entendieron que mientras la red cobra más y más relevancia, no puede permitirse que los bits de los que pagan tengan más peso que los de los que no pueden pagar.
Comenzo la guerra sucia, los Clinton se prestaron a ella, algún comentario de uno de los asistentes de Clinton comenzo a meter la raza en la batalla por la nominacion democrata, mientras que Obama intento en todo momento que su campaña se alejara de la cuestión racial, incluso no usaba el nombre de MLK, el decía: "un joven pastor de Georgia", mientras que fuentes externas comenzaban a querer usar su segundo nombre "Hussein" como un elemento para sembrar dudas, desconfianza e incluso odios, otros lo acusaban de ser parte de una elite (en los Estados Unidos, el ser intelectual, egresado de Harvard y delgado) lo mantenían como una anomalia, después unos lo acusaban de ser radical por la gente con la que coolaboro en el pasado, unos decían que era demasiado negro por sus raices Africanas inmediatas, muchos otros siguen intentando descalificarlo para competir porque dicen que no nacio en los Estados Unidos, otros que no es suficientemente negro, porque no es de ghetto y es muy diferente de la mayoría negra en Estados Unidos, él seguía siempre calmado, dueño de la situación.
Aunque se mantuvo lejos de los historicos lideres negros como Jesee Jackson, los ataque no cesaron, él cometio un error cuando dijo que los obreros blancos del centro del país estaban amargados, además de que su pasto, el reverendo Wright fue difundido por todos los medios lanzando palabras de odio hacía los Estados Unidos de hegemonía blanca, fue después de éste par de situaciones que lo hicieron tambalear (y evidenciaron tristemente que la religión es muy importante en USA, aunque sea para hacer mitotes) que el respondió con uno de los discursos más poderosos de los últimos tiempos, y que pase lo que pase, sea que su administración sea de sólo 4 años, sea que no cumpla con las enormes esperanzas en él depositadas, que pase mucho tiempo hasta que otra minoría se haga con la oficina oval, ese discurso sirvió para traer el tema de la raza al centro de la discusión de nueva cuenta, no sé si en un futuro estará en la misma escala que aquellos discursos de los 60 de parte MLK y su sueño o el de Kennedy y su "ask not..." pero es un muy poderoso y emotivo reconocimiento de la situación actual, sin esperanzas huecas y finales felices a la vista
I have never been so naïve as to believe that we can get beyond our racial
divisions in a single election
en la que todas las etnias presentes en USA van a tratarse como hermanos, pero el reconocimiento de que las cosas están cambiando, el problema es que es muy fácil abrigar odios, pero no tan sencillo establecer lazos de confianza.

I am the son of a black man from Kenya and a white woman from Kansas. I was
raised with the help of a white grandfather who survived a Depression to serve
in Patton’s Army during World War II and a white grandmother who worked on a
bomber assembly line at Fort Leavenworth while he was overseas. I’ve gone to
some of the best schools in America and lived in one of the world’s poorest
nations. I am married to a black American who carries within her the blood of
slaves and slaveowners – an inheritance we pass on to our two precious
daughters. I have brothers, sisters, nieces, nephews, uncles and cousins, of
every race and every hue, scattered across three continents, and for as long as
I live, I will never forget that in no other country on Earth is my story even
possible.
It’s a story that hasn’t made me the most conventional candidate.
But it is a story that has seared into my genetic makeup the idea that this
nation is more than the sum of its parts – that out of many, we are truly one



Sobre su reverendo y amigo


I can no more disown him than I can disown the black community. I can no
more disown him than I can my white grandmother – a woman who helped raise
me, a woman who sacrificed again and again for me, a woman who loves me as much
as she loves anything in this world, but a woman who once confessed her fear of
black men who passed by her on the street, and who on more than one occasion
has uttered racial or ethnic stereotypes that made me cringe. These people
are a part of me. And they are a part of America, this country that I love


The profound mistake of Reverend Wright’s sermons is not that he spoke about
racism in our society. It’s that he spoke as if our society was static; as if no
progress has been made; as if this country – a country that has made it possible
for one of his own members to run for the highest office in the land and build a
coalition of white and black; Latino and Asian, rich and poor, young and old —
is still irrevocably bound to a tragic past. But what we know — what we have
seen – is that America can change. That is true genius of this nation.”


Barak Obama, nunca hizo campaña basandose en la raza, pero cuando fue necesario hablo del elefante en el cuarto, un tema que seguira debatiendo en el futuro en los Estados Unidos, hariamos bien en hacer lo mismo en el resto del mundo.

Esperabamos que el super Jueves nos dejara claro el panorama sobre quien sería el candidato democrata, pero Hillary y Obama seguían en su carrera parejera y Hillary parecia tomar un segundo aire después de romper una cadena de victorias consecutivas para Obama, pero con un superdelgado que cambio de paoyo y los delegados que seguia ganado en cada primaria, era inexorable que amarrara la nominación, pero Hillary no desistía, fueron las deudas las que la llevaron a renunciar, no si antes cometer un par de errores de los grandes como compararse con Robert Kennedy que fue asesinado en Junio, cuando ella todavía no renunciaba, después de esto y con McCain ya con meses en campaña, mucho antes de las convenciones, por fin sabiamos que en Noviembre la contienda sería McCain vs Obama, todavía nos esperaban sorpresas y oportunidades para que cualquiera se llevara la presidencia.

Obama le mando un SMS a sus seguidores anunciando que Joe Biden sería su compañero de formula, compensando de ésta manera su atacada falta de experiencia internacional, si bien Biden es un hombre de casi cuatro decadas de experiencia, tiende a cometer errores y a hablar de más, pero la sorpresa mayor fue cuando en un intento desesperado de arrebatarle a los democratas los votos de las mujeres decepcionadas porque una virtual presidenta Clinton ya no llegaría a la oficina, los republicanos nominaron a una gobernadora de Alaska, la MILF Sarah Palin, que tuvo un efecto inmediato en las encuestas, los bonos de McCain-Palin comenzaron a subir, la tía además de guapa, llego "echando tiros" y atacando a Obama, acusandolo de ser sólo un "organizador" sin responsabilidades reales y hablando de una manera que apelaba a Joe Six Pack y a las soccer or hockey moms de la nación, todo iba bien para el heroe de guerra, pero la crisis que tenía meses, o más bien años amenazando caer sobre nosotros, se materializo con las quiebras de Merrill Lynch y Lehman Brothers y el rescate obligado de AIG, la aseguradora más grande del mundo, y las bolsas de todo le mundo lo sintieron, China "nada más" creció a un ritmo de 9% en el último trimestres (ellos necesitan más de 8%), Rusia tuvo que cerrar sus bolsas varias veces porque sus caidas eran drámaticas, los japoneses salieron a comprar bancos, las automotrices se están fusionando, VW está retrasando su producción y contrario a lo que muchos creen, le recesión en Estados Unidos es una señal de lo mal que estaban las cosas en todo el mundo, no la causa, pero si necesitamos que los Estados Unidos se pongan de pie, en especial en México que tiene una gran dependencia de las remesas enviadas por los expatriados que laboran allá, y McCain es fuerte en temas de seguridad, pero en economía no está del todo bien, cometió el probablemente costoso erro de decir que los fundamentos de la economía norteamericana están bien, aunque se desdijo o quiso explicar un par de horas más tarde, si bien esas dueron sus actuaciones desafortunadas, su barbie de candidato a la vice presidencia lo hizo todavía peor, en un par de entrevistas evidencio que era una estúpida completa, ignorante incluso de la "Doctrina Bush", de hecho algunas de esas entrevistas que andan por Youtube dieron pie a algunas entradas aquí mismo en las que ponía de manifiesto el horror que me provocaba pensar que esa descerebrada (muy guapa) llegara a la casa Blanca, cosa que afortunadamente se evito (al menos por ahora) y desde entonces, en Septiembre, parecía que la lección estaba decidida, Palin había resultado ser un error muy costoso para McCain, ella se volvio una celebridad y su debate fue de los más vistos, así como su aparición en Saturday Night Live, pero McCain no se recuperaría más, en los tres debates nunca pudo obtener la victoria que necesitaba, aunque no lo hizo mal, Obama le gano "por puntos" en los tres, siendo quizas el más debil, su papel como comandante en jefe.

La aparición de Joe El plomero, a quien no dejaron de referirse en el último debate, y la posterior campaña que hicieron los republicanos con él, parecián su últimos intentos de cambiar la opinión pública, pero la campaña de Obama, a la que se debera reconocer como un antes y después en la manera de atraer a los jovenes y usar las nuevas tecnologías todávía tenía que cuidarse y si bien se gastaron 150, 000 USD en el vestuario de la Barbie Palin, él se gasto 6, 000, 000 USd en un informercial de 30 minutos la semana pasada e hizo campaña en estados Rojos, para obligar a McCain a gastar lo poco que le quedaba de un modo diferente a lo que él equipo de éste hubiera deseado.

Obama se hizo con la presidencia, y de paso marco el hito de ser el primer presidente de raza negra de Estados Unidos, después de una larga campaña de más de 20 meses de planeación, ejecución y ecuanimidad.

Pero a pesar de que su llegada al poder revive de algún modo la promesa de los Estados unidos de que cualquier chico puede llegar a ser presidente y de que todo es posilble, habrá que esperar a ver si de verdad puede cumplir lo que prometio y está capacitado para cargar con el enorme paquete que recibira en Washington en 76 días.

Algo positivo es que por fin ocurrió, nos toco ver a un presidente de una minoría en USA, una minoría en toda ley, apenas el 10% de la población y muchos en prisión, la minoría más atacada, pues hay que recordar que hace 50 años, las cosas eran muy diferentes, los hoteles estaban segregados, los autobuses, los aviones, las escuelas, y la educación era muy diferente entre las escuelas segregadas y las no segregadas, tal vez lo más emocionante de los discursos de Obama, además de que el tío es elocuente y conecta, es ver los rostros de las personas de raza negra que tienen más de 50 o 60 años, en su cara se refleja lo lejos que se ha llegado en su periodo de vida, de no poder sentarse si no es en la parte de atras de los autobuses a tener a alguien que los represente en la oficina oval.

¿Se han redimido los Estados Unidos de su pecado original, cuando Jefferson mismo tenía escavos?

Aunque Jefferson incluso tuvo hijos con unas de sus esclavas y se fue a París con ella.

La verdad es que no, las cosas no cambián de un día para otro, pero parece que vamos por buen camino, y si Obaa consigue restaurarle alos Estados Unidos la credibilidad y el respeto como ese símbolo de las libertades que representaron alguna vez, las cosas tienen que mejorar.

Cierto, a mi país le hubiera convenido una victoria de McCain, pero eso es pensar en el corto plazo y con esa estrechez de miras parece que podríamos tomar decisiones en Pemex.

Monday, November 3, 2008

Hoping for the best

Today the world is waiting
Almost every single individual on the face of the earHoping for the bestth will be affected by the outcome of tomorrow’s election.

It is not a secret that I would Like for Obama to win, to change history, to redeem America of its original Sin, but I'm also aware that he might be more of a 2D character, I'm also aware of some closet racism that will make the polls look different to the final results, I know that the US wants to win the war on Iraq, and that McCain has a great deal of experience and that he might be a better commander in chief but the war on Iraq was wrong from the get to go, it is a war based on lies and that has been draining the wealth of America’s arcs for the last five years, and I have to agree with those who think that for the US to regain their moral stature they must clean the mess they've made in the middle east.

Being quite honest, Mexico and Latin America would do better in the short term with McCain in the office, but looking at the greater picture the world really needs The United States to regain balance, to tie the loose ends they've been leaving all over the planet, to clean their image and to become for once an agent of good.
I would like to dream of the US as a land where race, religion or political views no longer matter in achieving one's potential and perhaps if only to get past the "US would do good in having black president" Obama is the man, but the US and the world need more than a poster boy, Obama is too young (whereas McCain is too old and his VP choice is a complete retard) and really quite uncommon in the US.
He should not be running to make history as the first black president and I hope he isn't
People should not vote for him or avoid voting for him based on its race, on the rumors of him being a Muslim, a radical, a Jew basher, not an American, which is something I hope gets settled and we don't have to go to the long run like in 2000, when the Bush Clan stole the election.People with the right to vote on this election, please go out and do it, millions outside the US would like to be able to have their opinions listened, but we don't pay taxes over there so we should just cross our fingers and hope for the best.

Tuesday, October 14, 2008

Sarah Palin= Nice Looking Parrot

A Nice Looking Parrot




Sarah Palin is no way good enough
monty python Could have written this


The sad thing is that people from a lot of nations acknowledge this, but apparently some Americans don't


Monday, September 29, 2008

Saturday, November 17, 2007

Lions For Lambs

Ayer viernes fui a ver Lions for Lambs una película que recibió una importante campaña publicitaria e incluso fue estreno mundial.

Espero que esta cinta tenga dos visiones y recepciones bastante diferentes, por un lado estoy seguro que en los Estados Unidos de Norteamérica la van a destrozar y a hacer cachitos, además de tacharla de falsa, boba, llena de cliches y un desperdicio de tiempo y recursos.

Puede que fuera de los Estados Unidos la historia sea diferente y no falte quien diga que es una gran película.

Robert Redford toma esta oportunidad para hacer que su voz y su opinión se escuche, la cinta de alrededor de 90 minutos se divide en tres historias, una de un par de soldados en Afganistán, otra de un profesor que conoció a estos soldados y una reportera que entrevista a un senador que intenta manipular a la prensa para que la opinión pública sea a su vez manipulada.

El personaje de Tom Cruise, un senador joven con grandes ambiciones suelta todas las frases hechas del mundo en su entrevista con la reportera encarnada por Meryl Streep intentando venderle una estrategia que de ser exitosa le abrirá muchas oportunidades en su carrera política.

El segmento en que Redford además de dirigir actúa se siente cercano para los que no hace mucho estábamos en una universidad, en esta parte su personaje intenta convencer a un alumno que ha perdido el interés en que se involucre, que es mejor que ser inteligente y no actuar.

El segmento de los soldados tiene un final que se veía venir y es tal vez la razón más grande que tendrán en los Estados Unidos para criticar esta cinta y tacharla de liberal y antiamericana.

El año que viene hay elecciones en los Estados Unidos y esta cinta llega muy pronto o muy tarde para que alguien repare en ella.

Como espectáculo es un fracaso pues la mayor parte del tiempo (afortunadamente para ellos es breve) solo son personas a los lados de un escritorio hablando y hablando y hablando, el único segmento de acción en el que incluso de producen disparos, bombardeos y muertes es el de Afganistán.

Que Robert Redford use este vehiculo para expresar su opinión me parece muy rescatable, el personaje de Cruise seguramente enfurecerá a muchos norteamericanos pues es un politico “full of shit” que miente y no tiene empacho en contar medias verdades por su ambición, Cruise con lo odioso que es consigue lograr ese objetivo, Meryl Streep por otra parte en su papel de reportera sagaz no es del todo creíble y Robert Redfor como catedrático por momentos cumple con su cometido.

En la cinta Robert Redfor d puede expresar su molestia y desencanto por la manera en que los Estados Unidos han dilapidado el apoyo que casi todo el mundo les dio después de ese día que nunca olvidaremos, el famoso 9-11 y la pobre toma decisiones tanto para Irak como para Afganistán y hasta se aventura a incluir a Iran en su nuevo eje del mal.

Ya lo dije, como cinta es muy pobre, como un elemento para formar una discusión es tan valido como el Daily show o el Colbert Report, todos sabemos que hay algo podrido en estas invasiones y ocupaciones.

Pero por lo menos a mi me recordó de una época en la que yo también creía que los Estados Unidos debían ser el policía del mundo y algo de razón tiene en que uno no responde con diplomacia a los ataques, como hace Israel, pero ya sabemos que eso no es una solución.

No la veas en el cine y si el entorno internacional no te llama la atención ni te molestes en verla en video y no (no es una película de guerra, es una película sobre los motivos y consecuencias de muchas guerras)
Cineastas que opinen y no se alineen es lo que se necesita, aunque gastando menos dinero se obtienen resultados más efectivos.


Tuesday, September 11, 2007

Bush y la inacción.

Esta foto me pone de nervios, no se porque, de un lado vemos a la potencia a la alza y del otro la potencia estancada, la que ha perdido su capacidad de "hacer grandes cosas" pero que todavía tiene una inercia bastante importante.

China ha visto su economía crecer de un modo increíble, son los mayores consumidores de acero del mundo, la nación que más contamina (Estados unidos sigue a la cabeza si es per capita), una potencia en ciernes con todos los "expatriados" que están regresando para aplicar lo que han aprendido en el extranjero y poco a poco los productos están dejando de ser solo Made In China para pasar a tener un hasta ahora desconocido Desgined in China, además de que unos años serán la nación con más angloparlantes del mundo (y aquí se siguen planteando la necesidad de enseñar inglés con argumentos estúpidos como que primero aprendas a hablar bien el español, que yo sepa aprender otra lengua, no merma el dominio de la tuya) y eso sin perder el status de "la fabrica del mundo", todo esta hecho en China o por lo menos ensamblado, en Japón es una practica que tiene muchos años y como muestra están las tiendas de todo a 100 yenes, pero en el resto del mundo la moneda que tantos años estuvo artificialmente devaluada y la mano de obra tan barata han tenido un efecto increíble.

Puede no parecernos la manera en que China ha hecho las cosas, siendo medio comunistas-medio capitalistas cuando quieren, teniendo semejantes restricciones de lo que los ciudadanos pueden leer o buscar en internet, muy al estilo de los lectores de labios que hay en Cuba y parecernos poco ético que el yuan se mantuviera tantos años por debajo de su valor real para atraer inversiones, pero ya saben lo que se dice de "en la guerra y en el amor...." ,así que chillar que ellos están "haciendo trampa" no es la opción, es entonces claro que este resurgimiento de esta cultura milenaria y su relación con los Estados Unidos marcaran el rumbo de la primera mitad de este siglo.

Hasta hace poco podíamos pensar que carecían de energéticos, pero no es así, Rusia, la Rusia que está ya libre de sus deudas (y que es igual de pirata que sus vecinos los chinos) y que nada tonta se ha alineado con sus vecinos les proveerá la energía necesaria para alimentar su creciente economía y encima hace no mucho encontraron petroleo, es decir, ya lo tienen todo, conocimientos que han adquirido en el resto del mundo, un montón de mano de obra (calificada y no tanto) y recursos naturales, además de una población enorme, sin mencionar un ejercito de hackers que han sido entrenados también buscando la manera de brincar las restricciones (que poco a poco han ido desapareciendo) que se les impusieron para el acceso a la información.

Eso es uno de los asuntos más preocupantes, hace unos días la seguridad de las computadoras del pentágono fue violada y se sospecha de hackers chinos, podría ser un chico de 14 o 16 años al que seguramente se le daría un premio por su logro y de este lado del mundo todos temblando pues no sabemos que tanto control hay de parte del gobierno chino sobre sus ciudadanos o si incluso se les apoya y recompensa teniendo esto como una posible arma que pudiera emparejar las cosas en un virtual conflicto con la nación con más armamento en el mundo.

Las redes militares de los Estados Unidos están conectadas a redes civiles por lo que son muy vulnerables, acerca de este hackeo Bush dijo que lo iba a plantear a su contra parte China en la reunión que tuvieron en el marco de la reunión de las naciones del Pacifico, pero no lo hizo, el señor se limito a invitarse a los juegos Olímpicos de Beijing el próximo año en el que el mundo podra presenciar si China es un gigante con pies de Barro o un dragón que despierta.

Saben que es lo que me molesta de los chinos, el no querer reducir sus emisiones diciendo que otras naciones fueron las que contaminaron y ahora ellos tienen derecho, algo hay de cierto en su argumento, pero también podríamos teorizar que si uno de cada seis seres humanos dejara de contaminar lograriamos cambios inmediatos.

Friday, April 21, 2006

The Worst President in History?

George W. Bush's presidency appears headed for colossal historical disgrace. Barring a cataclysmic event on the order of the terrorist attacks of September 11th, after which the public might rally around the White House once again, there seems to be little the administration can do to avoid being ranked on the lowest tier of U.S. presidents. And that may be the best-case scenario. Many historians are now wondering whether Bush, in fact, will be remembered as the very worst president in all of American history.

From time to time, after hours, I kick back with my colleagues at Princeton to argue idly about which president really was the worst of them all. For years, these perennial debates have largely focused on the same handful of chief executives whom national polls of historians, from across the ideological and political spectrum, routinely cite as the bottom of the presidential barrel. Was the lousiest James Buchanan, who, confronted with Southern secession in 1860, dithered to a degree that, as his most recent biographer has said, probably amounted to disloyalty -- and who handed to his successor, Abraham Lincoln, a nation already torn asunder? Was it Lincoln's successor, Andrew Johnson, who actively sided with former Confederates and undermined Reconstruction? What about the amiably incompetent Warren G. Harding, whose administration was fabulously corrupt? Or, though he has his defenders, Herbert Hoover, who tried some reforms but remained imprisoned in his own outmoded individualist ethic and collapsed under the weight of the stock-market crash of 1929 and the Depression's onset? The younger historians always put in a word for Richard M. Nixon, the only American president forced to resign from office.

Now, though, George W. Bush is in serious contention for the title of worst ever. In early 2004, an informal survey of 415 historians conducted by the nonpartisan History News Network found that eighty-one percent considered the Bush administration a "failure." Among those who called Bush a success, many gave the president high marks only for his ability to mobilize public support and get Congress to go along with what one historian called the administration's "pursuit of disastrous policies." In fact, roughly one in ten of those who called Bush a success was being facetious, rating him only as the best president since Bill Clinton -- a category in which Bush is the only contestant.

The lopsided decision of historians should give everyone pause. Contrary to popular stereotypes, historians are generally a cautious bunch. We assess the past from widely divergent points of view and are deeply concerned about being viewed as fair and accurate by our colleagues. When we make historical judgments, we are acting not as voters or even pundits, but as scholars who must evaluate all the evidence, good, bad or indifferent. Separate surveys, conducted by those perceived as conservatives as well as liberals, show remarkable unanimity about who the best and worst presidents have been.

Historians do tend, as a group, to be far more liberal than the citizenry as a whole -- a fact the president's admirers have seized on to dismiss the poll results as transparently biased. One pro-Bush historian said the survey revealed more about "the current crop of history professors" than about Bush or about Bush's eventual standing. But if historians were simply motivated by a strong collective liberal bias, they might be expected to call Bush the worst president since his father, or Ronald Reagan, or Nixon. Instead, more than half of those polled -- and nearly three-fourths of those who gave Bush a negative rating -- reached back before Nixon to find a president they considered as miserable as Bush. The presidents most commonly linked with Bush included Hoover, Andrew Johnson and Buchanan. Twelve percent of the historians polled -- nearly as many as those who rated Bush a success -- flatly called Bush the worst president in American history. And these figures were gathered before the debacles over Hurricane Katrina, Bush's role in the Valerie Plame leak affair and the deterioration of the situation in Iraq. Were the historians polled today, that figure would certainly be higher.

Even worse for the president, the general public, having once given Bush the highest approval ratings ever recorded, now appears to be coming around to the dismal view held by most historians. To be sure, the president retains a considerable base of supporters who believe in and adore him, and who reject all criticism with a mixture of disbelief and fierce contempt -- about one-third of the electorate. (When the columnist Richard Reeves publicized the historians' poll last year and suggested it might have merit, he drew thousands of abusive replies that called him an idiot and that praised Bush as, in one writer's words, "a Christian who actually acts on his deeply held beliefs.") Yet the ranks of the true believers have thinned dramatically. A majority of voters in forty-three states now disapprove of Bush's handling of his job. Since the commencement of reliable polling in the 1940s, only one twice-elected president has seen his ratings fall as low as Bush's in his second term: Richard Nixon, during the months preceding his resignation in 1974. No two-term president since polling began has fallen from such a height of popularity as Bush's (in the neighborhood of ninety percent, during the patriotic upswell following the 2001 attacks) to such a low (now in the midthirties). No president, including Harry Truman (whose ratings sometimes dipped below Nixonian levels), has experienced such a virtually unrelieved decline as Bush has since his high point. Apart from sharp but temporary upticks that followed the commencement of the Iraq war and the capture of Saddam Hussein, and a recovery during the weeks just before and after his re-election, the Bush trend has been a profile in fairly steady disillusionment.

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How does any president's reputation sink so low? The reasons are best understood as the reverse of those that produce presidential greatness. In almost every survey of historians dating back to the 1940s, three presidents have emerged as supreme successes: George Washington, Abraham Lincoln and Franklin D. Roosevelt. These were the men who guided the nation through what historians consider its greatest crises: the founding era after the ratification of the Constitution, the Civil War, and the Great Depression and Second World War. Presented with arduous, at times seemingly impossible circumstances, they rallied the nation, governed brilliantly and left the republic more secure than when they entered office.

Calamitous presidents, faced with enormous difficulties -- Buchanan, Andrew Johnson, Hoover and now Bush -- have divided the nation, governed erratically and left the nation worse off. In each case, different factors contributed to the failure: disastrous domestic policies, foreign-policy blunders and military setbacks, executive misconduct, crises of credibility and public trust. Bush, however, is one of the rarities in presidential history: He has not only stumbled badly in every one of these key areas, he has also displayed a weakness common among the greatest presidential failures -- an unswerving adherence to a simplistic ideology that abjures deviation from dogma as heresy, thus preventing any pragmatic adjustment to changing realities. Repeatedly, Bush has undone himself, a failing revealed in each major area of presidential performance.

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THE CREDIBILITY GAP

No previous president appears to have squandered the public's trust more than Bush has. In the 1840s, President James Polk gained a reputation for deviousness over his alleged manufacturing of the war with Mexico and his supposedly covert pro-slavery views. Abraham Lincoln, then an Illinois congressman, virtually labeled Polk a liar when he called him, from the floor of the House, "a bewildered, confounded and miserably perplexed man" and denounced the war as "from beginning to end, the sheerest deception." But the swift American victory in the war, Polk's decision to stick by his pledge to serve only one term and his sudden death shortly after leaving office spared him the ignominy over slavery that befell his successors in the 1850s. With more than two years to go in Bush's second term and no swift victory in sight, Bush's reputation will probably have no such reprieve.

The problems besetting Bush are of a more modern kind than Polk's, suited to the television age -- a crisis both in confidence and credibility. In 1965, Lyndon Johnson's Vietnam travails gave birth to the phrase "credibility gap," meaning the distance between a president's professions and the public's perceptions of reality. It took more than two years for Johnson's disapproval rating in the Gallup Poll to reach fifty-two percent in March 1968 -- a figure Bush long ago surpassed, but that was sufficient to persuade the proud LBJ not to seek re-election. Yet recently, just short of three years after Bush buoyantly declared "mission accomplished" in Iraq, his disapproval ratings have been running considerably higher than Johnson's, at about sixty percent. More than half the country now considers Bush dishonest and untrustworthy, and a decisive plurality consider him less trustworthy than his predecessor, Bill Clinton -- a figure still attacked by conservative zealots as "Slick Willie."

Previous modern presidents, including Truman, Reagan and Clinton, managed to reverse plummeting ratings and regain the public's trust by shifting attention away from political and policy setbacks, and by overhauling the White House's inner circles. But Bush's publicly expressed view that he has made no major mistakes, coupled with what even the conservative commentator William F. Buckley Jr. calls his "high-flown pronouncements" about failed policies, seems to foreclose the first option. Upping the ante in the Middle East and bombing Iranian nuclear sites, a strategy reportedly favored by some in the White House, could distract the public and gain Bush immediate political capital in advance of the 2006 midterm elections -- but in the long term might severely worsen the already dire situation in Iraq, especially among Shiite Muslims linked to the Iranians. And given Bush's ardent attachment to loyal aides, no matter how discredited, a major personnel shake-up is improbable, short of indictments. Replacing Andrew Card with Joshua Bolten as chief of staff -- a move announced by the president in March in a tone that sounded more like defiance than contrition -- represents a rededication to current policies and personnel, not a serious change. (Card, an old Bush family retainer, was widely considered more moderate than most of the men around the president and had little involvement in policy-making.) The power of Vice President Dick Cheney, meanwhile, remains uncurbed. Were Cheney to announce he is stepping down due to health problems, normally a polite pretext for a political removal, one can be reasonably certain it would be because Cheney actually did have grave health problems.

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BUSH AT WAR

Until the twentieth century, American presidents managed foreign wars well -- including those presidents who prosecuted unpopular wars. James Madison had no support from Federalist New England at the outset of the War of 1812, and the discontent grew amid mounting military setbacks in 1813. But Federalist political overreaching, combined with a reversal of America's military fortunes and the negotiation of a peace with Britain, made Madison something of a hero again and ushered in a brief so-called Era of Good Feelings in which his Jeffersonian Republican Party coalition ruled virtually unopposed. The Mexican War under Polk was even more unpopular, but its quick and victorious conclusion redounded to Polk's favor -- much as the rapid American victory in the Spanish-American War helped William McKinley overcome anti-imperialist dissent.

The twentieth century was crueler to wartime presidents. After winning re-election in 1916 with the slogan "He Kept Us Out of War," Woodrow Wilson oversaw American entry into the First World War. Yet while the doughboys returned home triumphant, Wilson's idealistic and politically disastrous campaign for American entry into the League of Nations presaged a resurgence of the opposition Republican Party along with a redoubling of American isolationism that lasted until Pearl Harbor.

Bush has more in common with post-1945 Democratic presidents Truman and Johnson, who both became bogged down in overseas military conflicts with no end, let alone victory, in sight. But Bush has become bogged down in a singularly crippling way. On September 10th, 2001, he held among the lowest ratings of any modern president for that point in a first term. (Only Gerald Ford, his popularity reeling after his pardon of Nixon, had comparable numbers.) The attacks the following day transformed Bush's presidency, giving him an extraordinary opportunity to achieve greatness. Some of the early signs were encouraging. Bush's simple, unflinching eloquence and his quick toppling of the Taliban government in Afghanistan rallied the nation. Yet even then, Bush wasted his chance by quickly choosing partisanship over leadership.

No other president -- Lincoln in the Civil War, FDR in World War II, John F. Kennedy at critical moments of the Cold War -- faced with such a monumental set of military and political circumstances failed to embrace the opposing political party to help wage a truly national struggle. But Bush shut out and even demonized the Democrats. Top military advisers and even members of the president's own Cabinet who expressed any reservations or criticisms of his policies -- including retired Marine Corps Gen. Anthony Zinni and former Treasury Secretary Paul O'Neill -- suffered either dismissal, smear attacks from the president's supporters or investigations into their alleged breaches of national security. The wise men who counseled Bush's father, including James Baker and Brent Scowcroft, found their entreaties brusquely ignored by his son. When asked if he ever sought advice from the elder Bush, the president responded, "There is a higher Father that I appeal to."

All the while, Bush and the most powerful figures in the administration, Vice President Dick Cheney and Defense Secretary Donald Rumsfeld, were planting the seeds for the crises to come by diverting the struggle against Al Qaeda toward an all-out effort to topple their pre-existing target, Saddam Hussein. In a deliberate political decision, the administration stampeded the Congress and a traumatized citizenry into the Iraq invasion on the basis of what has now been demonstrated to be tendentious and perhaps fabricated evidence of an imminent Iraqi threat to American security, one that the White House suggested included nuclear weapons. Instead of emphasizing any political, diplomatic or humanitarian aspects of a war on Iraq -- an appeal that would have sounded too "sensitive," as Cheney once sneered -- the administration built a "Bush Doctrine" of unprovoked, preventive warfare, based on speculative threats and embracing principles previously abjured by every previous generation of U.S. foreign policy-makers, even at the height of the Cold War. The president did so with premises founded, in the case of Iraq, on wishful thinking. He did so while proclaiming an expansive Wilsonian rhetoric of making the world safe for democracy -- yet discarding the multilateralism and systems of international law (including the Geneva Conventions) that emanated from Wilson's idealism. He did so while dismissing intelligence that an American invasion could spark a long and bloody civil war among Iraq's fierce religious and ethnic rivals, reports that have since proved true. And he did so after repeated warnings by military officials such as Gen. Eric Shinseki that pacifying postwar Iraq would require hundreds of thousands of American troops -- accurate estimates that Paul Wolfowitz and other Bush policy gurus ridiculed as "wildly off the mark."

When William F. Buckley, the man whom many credit as the founder of the modern conservative movement, writes categorically, as he did in February, that "one can't doubt that the American objective in Iraq has failed," then something terrible has happened. Even as a brash young iconoclast, Buckley always took the long view. The Bush White House seems incapable of doing so, except insofar as a tiny trusted circle around the president constantly reassures him that he is a messianic liberator and profound freedom fighter, on a par with FDR and Lincoln, and that history will vindicate his every act and utterance.

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BUSH AT HOME

Bush came to office in 2001 pledging to govern as a "compassionate conservative," more moderate on domestic policy than the dominant right wing of his party. The pledge proved hollow, as Bush tacked immediately to the hard right. Previous presidents and their parties have suffered when their actions have belied their campaign promises. Lyndon Johnson is the most conspicuous recent example, having declared in his 1964 run against the hawkish Republican Barry Goldwater that "we are not about to send American boys nine or ten thousand miles away from home to do what Asian boys ought to be doing for themselves." But no president has surpassed Bush in departing so thoroughly from his original campaign persona.

The heart of Bush's domestic policy has turned out to be nothing more than a series of massively regressive tax cuts -- a return, with a vengeance, to the discredited Reagan-era supply-side faith that Bush's father once ridiculed as "voodoo economics." Bush crowed in triumph in February 2004, "We cut taxes, which basically meant people had more money in their pocket." The claim is bogus for the majority of Americans, as are claims that tax cuts have led to impressive new private investment and job growth. While wiping out the solid Clinton-era federal surplus and raising federal deficits to staggering record levels, Bush's tax policies have necessitated hikes in federal fees, state and local taxes, and co-payment charges to needy veterans and families who rely on Medicaid, along with cuts in loan programs to small businesses and college students, and in a wide range of state services. The lion's share of benefits from the tax cuts has gone to the very richest Americans, while new business investment has increased at a historically sluggish rate since the peak of the last business cycle five years ago. Private-sector job growth since 2001 has been anemic compared to the Bush administration's original forecasts and is chiefly attributable not to the tax cuts but to increased federal spending, especially on defense. Real wages for middle-income Americans have been dropping since the end of 2003: Last year, on average, nominal wages grew by only 2.4 percent, a meager gain that was completely erased by an average inflation rate of 3.4 percent.

The monster deficits, caused by increased federal spending combined with the reduction of revenue resulting from the tax cuts, have also placed Bush's administration in a historic class of its own with respect to government borrowing. According to the Treasury Department, the forty-two presidents who held office between 1789 and 2000 borrowed a combined total of $1.01 trillion from foreign governments and financial institutions. But between 2001 and 2005 alone, the Bush White House borrowed $1.05 trillion, more than all of the previous presidencies combined. Having inherited the largest federal surplus in American history in 2001, he has turned it into the largest deficit ever -- with an even higher deficit, $423 billion, forecast for fiscal year 2006. Yet Bush -- sounding much like Herbert Hoover in 1930 predicting that "prosperity is just around the corner" -- insists that he will cut federal deficits in half by 2009, and that the best way to guarantee this would be to make permanent his tax cuts, which helped cause the deficit in the first place!

The rest of what remains of Bush's skimpy domestic agenda is either failed or failing -- a record unmatched since the presidency of Herbert Hoover. The No Child Left Behind educational-reform act has proved so unwieldy, draconian and poorly funded that several states -- including Utah, one of Bush's last remaining political strongholds -- have fought to opt out of it entirely. White House proposals for immigration reform and a guest-worker program have succeeded mainly in dividing pro-business Republicans (who want more low-wage immigrant workers) from paleo-conservatives fearful that hordes of Spanish-speaking newcomers will destroy American culture. The paleos' call for tougher anti-immigrant laws -- a return to the punitive spirit of exclusion that led to the notorious Immigration Act of 1924 that shut the door to immigrants from Southern and Eastern Europe -- has in turn deeply alienated Hispanic voters from the Republican Party, badly undermining the GOP's hopes of using them to build a permanent national electoral majority. The recent pro-immigrant demonstrations, which drew millions of marchers nationwide, indicate how costly the Republican divide may prove.

The one noncorporate constituency to which Bush has consistently deferred is the Christian right, both in his selections for the federal bench and in his implications that he bases his policies on premillennialist, prophetic Christian doctrine. Previous presidents have regularly invoked the Almighty. McKinley is supposed to have fallen to his knees, seeking divine guidance about whether to take control of the Philippines in 1898, although the story may be apocryphal. But no president before Bush has allowed the press to disclose, through a close friend, his startling belief that he was ordained by God to lead the country. The White House's sectarian positions -- over stem-cell research, the teaching of pseudoscientific "intelligent design," global population control, the Terri Schiavo spectacle and more -- have led some to conclude that Bush has promoted the transformation of the GOP into what former Republican strategist Kevin Phillips calls "the first religious party in U.S. history."

Bush's faith-based conception of his mission, which stands above and beyond reasoned inquiry, jibes well with his administration's pro-business dogma on global warming and other urgent environmental issues. While forcing federally funded agencies to remove from their Web sites scientific information about reproductive health and the effectiveness of condoms in combating HIV/AIDS, and while peremptorily overruling staff scientists at the Food and Drug Administration on making emergency contraception available over the counter, Bush officials have censored and suppressed research findings they don't like by the Environmental Protection Agency, the Fish and Wildlife Service and the Department of Agriculture. Far from being the conservative he said he was, Bush has blazed a radical new path as the first American president in history who is outwardly hostile to science -- dedicated, as a distinguished, bipartisan panel of educators and scientists (including forty-nine Nobel laureates) has declared, to "the distortion of scientific knowledge for partisan political ends."

The Bush White House's indifference to domestic problems and science alike culminated in the catastrophic responses to Hurricane Katrina. Scientists had long warned that global warming was intensifying hurricanes, but Bush ignored them -- much as he and his administration sloughed off warnings from the director of the National Hurricane Center before Katrina hit. Reorganized under the Department of Homeland Security, the once efficient Federal Emergency Management Agency turned out, under Bush, to have become a nest of cronyism and incompetence. During the months immediately after the storm, Bush traveled to New Orleans eight times to promise massive rebuilding aid from the federal government. On March 30th, however, Bush's Gulf Coast recovery coordinator admitted that it could take as long as twenty-five years for the city to recover.

Karl Rove has sometimes likened Bush to the imposing, no-nonsense President Andrew Jackson. Yet Jackson took measures to prevent those he called "the rich and powerful" from bending "the acts of government to their selfish purposes." Jackson also gained eternal renown by saving New Orleans from British invasion against terrible odds. Generations of Americans sang of Jackson's famous victory. In 1959, Johnny Horton's version of "The Battle of New Orleans" won the Grammy for best country & western performance. If anyone sings about George W. Bush and New Orleans, it will be a blues number.

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PRESIDENTIAL MISCONDUCT

Virtually every presidential administration dating back to George Washington's has faced charges of misconduct and threats of impeachment against the president or his civil officers. The alleged offenses have usually involved matters of personal misbehavior and corruption, notably the payoff scandals that plagued Cabinet officials who served presidents Harding and Ulysses S. Grant. But the charges have also included alleged usurpation of power by the president and serious criminal conduct that threatens constitutional government and the rule of law -- most notoriously, the charges that led to the impeachments of Andrew Johnson and Bill Clinton, and to Richard Nixon's resignation.

Historians remain divided over the actual grievousness of many of these allegations and crimes. Scholars reasonably describe the graft and corruption around the Grant administration, for example, as gargantuan, including a kickback scandal that led to the resignation of Grant's secretary of war under the shadow of impeachment. Yet the scandals produced no indictments of Cabinet secretaries and only one of a White House aide, who was acquitted. By contrast, the most scandal-ridden administration in the modern era, apart from Nixon's, was Ronald Reagan's, now widely remembered through a haze of nostalgia as a paragon of virtue. A total of twenty-nine Reagan officials, including White House national security adviser Robert McFarlane and deputy chief of staff Michael Deaver, were convicted on charges stemming from the Iran-Contra affair, illegal lobbying and a looting scandal inside the Department of Housing and Urban Development. Three Cabinet officers -- HUD Secretary Samuel Pierce, Attorney General Edwin Meese and Secretary of Defense Caspar Weinberger -- left their posts under clouds of scandal. In contrast, not a single official in the Clinton administration was even indicted over his or her White House duties, despite repeated high-profile investigations and a successful, highly partisan impeachment drive.

The full report, of course, has yet to come on the Bush administration. Because Bush, unlike Reagan or Clinton, enjoys a fiercely partisan and loyal majority in Congress, his administration has been spared scrutiny. Yet that mighty advantage has not prevented the indictment of Vice President Dick Cheney's chief of staff, I. Lewis "Scooter" Libby, on charges stemming from an alleged major security breach in the Valerie Plame matter. (The last White House official of comparable standing to be indicted while still in office was Grant's personal secretary, in 1875.) It has not headed off the unprecedented scandal involving Larry Franklin, a high-ranking Defense Department official, who has pleaded guilty to divulging classified information to a foreign power while working at the Pentagon -- a crime against national security. It has not forestalled the arrest and indictment of Bush's top federal procurement official, David Safavian, and the continuing investigations into Safavian's intrigues with the disgraced Republican lobbyist Jack Abramoff, recently sentenced to nearly six years in prison -- investigations in which some prominent Republicans, including former Christian Coalition executive director Ralph Reed (and current GOP aspirant for lieutenant governor of Georgia) have already been implicated, and could well produce the largest congressional corruption scandal in American history. It has not dispelled the cloud of possible indictment that hangs over others of Bush's closest advisers.

History may ultimately hold Bush in the greatest contempt for expanding the powers of the presidency beyond the limits laid down by the U.S. Constitution. There has always been a tension over the constitutional roles of the three branches of the federal government. The Framers intended as much, as part of the system of checks and balances they expected would minimize tyranny. When Andrew Jackson took drastic measures against the nation's banking system, the Whig Senate censured him for conduct "dangerous to the liberties of the people." During the Civil War, Abraham Lincoln's emergency decisions to suspend habeas corpus while Congress was out of session in 1861 and 1862 has led some Americans, to this day, to regard him as a despot. Richard Nixon's conduct of the war in Southeast Asia and his covert domestic-surveillance programs prompted Congress to pass new statutes regulating executive power.

By contrast, the Bush administration -- in seeking to restore what Cheney, a Nixon administration veteran, has called "the legitimate authority of the presidency" -- threatens to overturn the Framers' healthy tension in favor of presidential absolutism. Armed with legal findings by his attorney general (and personal lawyer) Alberto Gonzales, the Bush White House has declared that the president's powers as commander in chief in wartime are limitless. No previous wartime president has come close to making so grandiose a claim. More specifically, this administration has asserted that the president is perfectly free to violate federal laws on such matters as domestic surveillance and the torture of detainees. When Congress has passed legislation to limit those assertions, Bush has resorted to issuing constitutionally dubious "signing statements," which declare, by fiat, how he will interpret and execute the law in question, even when that interpretation flagrantly violates the will of Congress. Earlier presidents, including Jackson, raised hackles by offering their own view of the Constitution in order to justify vetoing congressional acts. Bush doesn't bother with that: He signs the legislation (eliminating any risk that Congress will overturn a veto), and then governs how he pleases -- using the signing statements as if they were line-item vetoes. In those instances when Bush's violations of federal law have come to light, as over domestic surveillance, the White House has devised a novel solution: Stonewall any investigation into the violations and bid a compliant Congress simply to rewrite the laws.

Bush's alarmingly aberrant take on the Constitution is ironic. One need go back in the record less than a decade to find prominent Republicans railing against far more minor presidential legal infractions as precursors to all-out totalitarianism. "I will have no part in the creation of a constitutional double-standard to benefit the president," Sen. Bill Frist declared of Bill Clinton's efforts to conceal an illicit sexual liaison. "No man is above the law, and no man is below the law -- that's the principle that we all hold very dear in this country," Rep. Tom DeLay asserted. "The rule of law protects you and it protects me from the midnight fire on our roof or the 3 a.m. knock on our door," warned Rep. Henry Hyde, one of Clinton's chief accusers. In the face of Bush's more definitive dismissal of federal law, the silence from these quarters is deafening.

The president's defenders stoutly contend that war-time conditions fully justify Bush's actions. And as Lincoln showed during the Civil War, there may be times of military emergency where the executive believes it imperative to take immediate, highly irregular, even unconstitutional steps. "I felt that measures, otherwise unconstitutional, might become lawful," Lincoln wrote in 1864, "by becoming indispensable to the preservation of the Constitution, through the preservation of the nation." Bush seems to think that, since 9/11, he has been placed, by the grace of God, in the same kind of situation Lincoln faced. But Lincoln, under pressure of daily combat on American soil against fellow Americans, did not operate in secret, as Bush has. He did not claim, as Bush has, that his emergency actions were wholly regular and constitutional as well as necessary; Lincoln sought and received Congressional authorization for his suspension of habeas corpus in 1863. Nor did Lincoln act under the amorphous cover of a "war on terror" -- a war against a tactic, not a specific nation or political entity, which could last as long as any president deems the tactic a threat to national security. Lincoln's exceptional measures were intended to survive only as long as the Confederacy was in rebellion. Bush's could be extended indefinitely, as the president sees fit, permanently endangering rights and liberties guaranteed by the Constitution to the citizenry.

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Much as Bush still enjoys support from those who believe he can do no wrong, he now suffers opposition from liberals who believe he can do no right. Many of these liberals are in the awkward position of having supported Bush in the past, while offering little coherent as an alternative to Bush's policies now. Yet it is difficult to see how this will benefit Bush's reputation in history.

The president came to office calling himself "a uniter, not a divider" and promising to soften the acrimonious tone in Washington. He has had two enormous opportunities to fulfill those pledges: first, in the noisy aftermath of his controversial election in 2000, and, even more, after the attacks of September 11th, when the nation pulled behind him as it has supported no other president in living memory. Yet under both sets of historically unprecedented circumstances, Bush has chosen to act in ways that have left the country less united and more divided, less conciliatory and more acrimonious -- much like James Buchanan, Andrew Johnson and Herbert Hoover before him. And, like those three predecessors, Bush has done so in the service of a rigid ideology that permits no deviation and refuses to adjust to changing realities. Buchanan failed the test of Southern secession, Johnson failed in the face of Reconstruction, and Hoover failed in the face of the Great Depression. Bush has failed to confront his own failures in both domestic and international affairs, above all in his ill-conceived responses to radical Islamic terrorism. Having confused steely resolve with what Ralph Waldo Emerson called "a foolish consistency . . . adored by little statesmen," Bush has become entangled in tragedies of his own making, compounding those visited upon the country by outside forces.

No historian can responsibly predict the future with absolute certainty. There are too many imponderables still to come in the two and a half years left in Bush's presidency to know exactly how it will look in 2009, let alone in 2059. There have been presidents -- Harry Truman was one -- who have left office in seeming disgrace, only to rebound in the estimates of later scholars. But so far the facts are not shaping up propitiously for George W. Bush. He still does his best to deny it. Having waved away the lessons of history in the making of his decisions, the present-minded Bush doesn't seem to be concerned about his place in history. "History. We won't know," he told the journalist Bob Woodward in 2003. "We'll all be dead."

Another president once explained that the judgments of history cannot be defied or dismissed, even by a president. "Fellow citizens, we cannot escape history," said Abraham Lincoln. "We of this Congress and this administration, will be remembered in spite of ourselves. No personal significance, or insignificance, can spare one or another of us. The fiery trial through which we pass, will light us down, in honor or dishonor, to the latest generation."

SEAN WILENTZ

Posted Apr 21, 2006 12:34 PM